Entrevista
por Giovana Campos 

Año 11 – Nº 524 – 9 de Julio de 2017

El bienestar espiritual es una dimensión del estado de salud

Como vimos en el reportaje publicado la semana pasada en esta revista, entre el 14 y el 17 de junio se realizó la 11ª edición del MEDNESP, el mayor Congreso de salud y espiritualidad del planeta. Uno de los temas más buscados por los participantes del evento es la inclusión de la espiritualidad en el cuidado del paciente. En los tiempos actuales, es cada vez mayor la necesidad de la inclusión de la parte espiritual en el trato del hombre como ser integral. Por lo tanto, la religión y la espiritualidad involucradas en este proceso no pueden ser menospreciadas.

Una conferencia sobre este tema fue presentada en el congreso por la directora tesorera de la Asociación Médico-Espírita de Brasil, Dra. Márcia Regina Colasante Salgado (foto), neumóloga y también miembro de la AME-Santos, quien nos concedió, días antes de la realización del evento, la siguiente entrevista:

¿Por qué incluir la espiritualidad en el tratamiento del paciente?

La atención del aspecto de la espiritualidad viene creciendo y se viene volviendo imprescindible en la práctica de la asistencia de la salud. Cada vez más la ciencia se inclina ante la grandeza y la importancia de la espiritualidad en la dimensión del ser humano. Ser humano es buscar el significado en todo lo que está en nosotros y a nuestro alrededor, pues somos seres inacabados por naturaleza y estamos siempre buscando completarnos. Muchos pacientes son religiosos o espiritualizados y sus creencias dan significado y propósito a sus existencias, proporcionando apoyo, consuelo y control emocional ante la enfermedad, a veces potencialmente fatal. Para ellos es fundamental que sean abordados como una persona que está sufriendo y no como un individuo sin rostro, con dolor corporal, como organismo con mal funcionamiento o como un enfermo deshumanizado. Desean ser vistos y tratados no solamente en su aspecto físico, sino también en su aspectos emocional, social y espiritual. El bienestar espiritual es una dimensión del estado de salud, así como las dimensiones corporal, psíquica y social. Ignorar esa dimensión significa ignorar las ansias y necesidades de los pacientes, sin proporcionarles alivio a sus angustias y sufrimientos existenciales.

Cabe destacar que hay un número creciente de investigaciones demostrando que las creencias y las prácticas religiosas/espirituales están correlacionadas con una mejor salud mental, calidad de vida, mejor salud física, mayor longevidad y mejores resultados médicos. Por otro lado, las creencias religiosas, tanto de los médicos como de los pacientes, afectan las decisiones médicas.

En el caso de los pacientes, sus creencias pueden estar en conflicto con las terapias médicas indicadas, influyendo la concordancia con el plano del tratamiento y, consecuentemente, el resultado final. Muchas veces, debido a esas creencias los pacientes rechazan recibir ciertas terapias, como en el caso de los que son Testigos de Jehová o pertenecen a otras sectas cristianas que no aceptan recibir transfusión de sangre. Las creencias espirituales y religiosas también pueden crear angustia y aumentar la sobrecarga de la enfermedad.

La incapacidad en abordar adecuadamente las necesidades espirituales de los pacientes, especialmente los que son religiosos, puede llevar al aumento de los costos en los cuidados de salud, principalmente al final de la vida. De la misma manera, el participación religiosa puede influenciar el tipo de soporte que los pacientes reciben en comunidad después de las visitas al médico o la hospitalización.

Finalmente, las organizaciones de acreditación hospitalaria requieren que los profesionales de la salud respeten las creencias espirituales de los pacientes, lo que involucra más que el preguntar al paciente la denominación de su creencia y si desea ver un capellán. Por lo tanto, si pretendemos abordar integralmente al paciente, es necesario tomar en cuenta sus creencias espirituales y religiosas, en caso contrario estaremos fallando en su tratamiento.

¿Qué profesionales se debe incluir en esta práctica?

Los profesionales de la salud, entre ellos los médicos, enfermeros, asistentes sociales, psicólogas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, en fin, todos los que tengan que ver directamente con el individuo enfermo.

¿Hay límites éticos que deben ser respetados?

Naturalmente que sí. La relación entre médico y paciente es una relación de desequilibrio de poder, una vez que el enfermo es vulnerable y por lo tanto, al abordar los temas espirituales el médico religioso jamás debe hacer proselitismo o ridiculizar las creencias del paciente, tampoco coaccionar el despertar espiritual, incluso sutilmente, pues no sería una conversación basada en el libre consentimiento del paciente. El clínico puede querer compartir su creencia con el paciente y, sin proponérselo, entusiasmarlo a adoptar esa creencia, lo que puede ocurrir por miedo de no ser tratado adecuadamente. El médico no debe abusar de su poder ni de la confianza que el paciente deposita en él, debiendo respetar su orientación espiritual, y en caso de que declare que no es religioso, que no tiene creencias espirituales, y no tienen necesidades espirituales, no debe ser más interrogado sobre temas de esta naturaleza.

¿Cómo la religiosidad y la espiritualidad ayudan al profesional de la salud en la aceptación de la enfermedad y la optimización de los resultados?

La religión y la espiritualidad han sido asociadas positivamente a indicadores de bienestar psicológico, como la satisfacción con la vida, felicidad, afecto positivo y moral elevada, mejor salud física y mental. Se observa que el nivel de participación religiosa tiende a estar inversamente relacionada a la depresión, pensamientos y comportamientos suicidas, uso y abuso del alcohol y otras drogas.

Los estudios también han demostrado coping (superación) de enfermedades graves, mejor  control de la presión arterial y mejora de la función inmunológica en pacientes infectados por el HIV. Las evidencias científicas sugieren que las creencias religiosas ayudan a los pacientes a lidiar mejor con la enfermedad y a influenciar en los resultados de su salud debido a las conexiones existentes entre la mente y el cuerpo.

Las creencias religiosas y/o espirituales, en la mayoría de los casos, brindan esperanza, consuelo y significado, especialmente ante de la enfermedad que amenaza la vida.

El médico, actualmente, ¿está más abierto a hablar sobre las necesidades espirituales del paciente o aún hay algún tipo de barrera?

En los Estados Unidos, la American Association of Medical Colleges (AAMC) y la American Psychiatric Association recomiendan la incorporación del conocimiento respecto a la espiritualidad y religiosidad como parte curricular de las escuelas médicas. En una investigación realizada por Harold Koenig con 115 rectores de escuelas médicas acreditadas por la AAMC (existen 122), el 90% las escuelas tenían algún tipo de curso sobre salud y espiritualidad, pero solamente el 7% tenían de hecho un curso obligatorio sobre el tema.

En Brasil este es un tema muy poco discutido y apenas el 10% de las escuelas médicas dictan la disciplina, según el estudio realizado por Luccheti y colaboradores, en el 2012. De esa manera hay una gran laguna en la formación de los médicos y creemos que hay, aún, muchas barreras, puesto que el tema no es abordado o es muy poco tratado en el medio académico. Mentrastanto, un nuevo panorama se viene presentando observamos un creciente interés de las generaciones más nuevas que están formándose en el área de la salud, y también el público en general, en dirección al tema religiosidad/espiritualidad. Un hecho reciente ocurrió durante el 33º Congreso Brasileño de Psiquiatría, realizado en noviembre de 2015, cuando la  Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA) admitió la relevancia del tema espiritualidad y religión para los problemas de salud.

Vivimos un momento de gran apertura para el tema y las publicaciones de investigaciones y artículos, que aumentan año a año, lo demuestran. En la práctica médica, sin embargo, aún estamos muy distantes de hacer efectivo el soporte espiritual, de manera generalizada, a los pacientes, con excepción de algunos centros de excelencia o de dos hospices (hospicios), donde trabajan los especialistas en cuidados paliativos y existe la presencia de un equipo multidisciplinario, incluyendo un capellán, trabajando en el soporte espiritual.

¿Qué otras ideas le gustaría dejar sobre la Espiritualidad en la práctica clínica?

La práctica clínica, por sí sola, puede ser espiritual, si admitimos la naturaleza sagrada de la persona, y brindamos los cuidados con respecto, gentileza y competencia, reconociendo que así como el médico, el paciente es un ser humano que requiere, por encima de todo, de atención.
 

Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com

 

 

     
     

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