Especial
por Orson Peter Carrara 

Año 11 – Nº 521 – 18 de Junio de 2017

Acción y Reacción

El Código Penal de la Vida Futura, presentado por Allan Kardec en la obra El Cielo y el Infierno (capítulo VII de la primera parte), es fuente de interesantes reflexiones en torno a la ley de acción y reacción que rige los caminhos humanos. (*)

Como pondera el propio Codificador, en el mismo capítulo y con el subtítulo Princípios de la Doctrina Espírita sobre las penas futuras, “(...) en el que respeta a las penas futuras, no se basa en él se apoya en las observaciones, y son estas que le dan plena autoridad. Nadie jamás imaginó que las almas, tras la muerte, se encontrarían en tales o cuáles condiciones; son ellas, esas mismas almas, partidas de la Tierra, que vienen a iniciarnos hoy en los misterios de la vida futura, describirnos su situación feliz o desgraciada, las impresiones, la transformación por la muerte del cuerpo, completando, así, en una palabra, las enseñanzas de Cristo sobre este punto. Preciso es afirmar que se no trata en este caso de las revelaciones de un sólo Espíritu, el cual podría ver las cosas de su punto de vista, bajo un sólo aspecto, aún dominado por terrenos perjuicios. Tampoco se trata de una revelación hecha exclusivamente a un indivíduo que pudiera dejarse llevar por las apariencias, o de una visión extática susceptible de ilusiones, y no pasando muchas veces de reflejo de una imaginação exaltada. Se trata, sí, de incontables ejemplos suministrados por Espíritus de todas las categorías, desde los más elevados a los más inferiores de la escala, por intermédio de otros tantos pasando muchas veces de reflejo de una imaginación exaltada, auxiliares (médiums) diseminados por el mundo, de suerte que la revelación deja de ser privilegio de alguien, pues todos pueden probarla, observándola, sin obligarse a la creencia por la creencia de otros”.

Lo que genera acciones felices o equivocadas – Esta transcripción inicial es importante para situarnos en el universo de observaciones en que se colocó el Codificador para elaboración de la teoría espírita, advenida toda de las revelaciones que los propios espíritus hicieron.

El propio El Libro de los Espíritus, obra lanzada el 18 de abril de 1857 con los fundamentos doctrinarios del Espiritismo y organizada en forma de preguntas y respuestas, tuvo su Parte Cuarta, con dos capítulos y exactas cien preguntas con sus respectivas respuestas, totalmente dedicada al tema de las penas y gozos, terrenos y futuros.

En el citado Código, que citamos en el primer párrafo arriba, utilizaremos el 3º de los 33 ítems, para orientar el desarrollo del tema. El texto original se presenta en los siguientes términos: No hay una única imperfección del alma que no cause funestas e inevitables consecuencias, como no hay una sola cualidad que no sea fuente de un gozo.

Ahora, son las imperfecciones o las cualidades del alma humana que generan sus acciones felices o equivocadas. Y esas acciones están caracterizadas con el sello moral del estadio en que se sitúa el ser. Por lo tanto, los pensamientos, los sentimientos, y las propias acciones ejecutadas en el transcurrir de una existencia generan reflejos en la propia existencia, en la vida espiritual o incluso en la próxima o futuras existencias, a depender está claro de la extensión o gravedad de la acción promovida.

La ley de acción y reacción, o el lema “cada uno según sus propias obras”, se basa en un perfecto mecanismo de justicia e igualdad absoluta para todos. No hay cualquier favoritismo para quienquiera que sea. Actuando bien, tendremos el mérito del bien. Actuando mal, tendremos las consecuencias. No se trata de castigo, en absoluto, sino de consecuencias.

Muchos sufrimientos podrían ser evitados – Cualquier perjuicio que causemos a nosotros mismos o a terceros ocasionará consecuencias inevitables en nuestra propia vida. Eso es de la Ley Divina. Y cualquier benefício que distribuyamos generará méritos y beneficios correspondientes en nuestro próprio camino, aunque haya ingratitud de los beneficiados.

Pasamos a entender, por lo tanto, que hacer el mal a quienquiera que sea nunca será compensador, pues siempre responderemos por el mal que causemos, inclusive a nosotros mismos. Y, de igual manera, toda felicidad o tranquilidad que proporcionemos al prójimo redundará, inevitablemente, en bien para nosotros mismos.

No es por otra razón que Jesús enseñó a perdonar. El odio alimentado, la venganza ejecutada o la persecución contumaz a cualquier persona redundará en estadios de sufrimiento y dolor a su propio autor. Perdonando, liberándonos. También es por la misma razón que la recomendación siempre constante es para que promovamos el bien, aunque este no nos sea espontáneo (estamos aprendiendo a incorporarlo en nosotros mismos), pues todo bien genera el bien. El mal siempre generará consecuencias desagradables.

Fácil percibir, por lo tanto, que muchos sufrimientos existentes hoy en la vida individual, social y colectiva, inclusive a nivel del planeta, podrían ser evitados si hubiera el conocimiento de esa realidad de las consecuencias generadas por nuestros actos. Cuántos equívocos por el desconocimiento de esa ley que simplemente usa la justicia y la igualdad como parámetros...

No tenemos el derecho de herir, de humillar, de calumniar, de espoliar.... No tenemos igualmente el derecho de matar, de robar (bienes, dignidad, oportunidades, paz etc.), de interferir en la vida ajena, de imponer ideas o patrones que juzgamos correctos.

Todas las criaturas merecen respeto – Entendamos que las criaturas son libres, desean ser respetadas, así como queremos ser.…

Este es el detalle: los intentos de dominación, imposición, de cercenamiento de la libertad individual, siempre ocasionarán sufrimientos, pues todos somos seres pensantes, con voluntad propia, responsables por el propio camino. Podremos, es claro, sugerir, aconsejar (si fuéramos solicitados), auxiliar en lo que sea posible, pero jamás violentar las conciencias. Todas merecen respeto. El tema suscita muchos debates, abre perspectivas inmensas de estudio. Se observa que las propias leyes humanas, reflejando las imperfecciones del estadio evolutivo del planeta, muchas veces son equivocadas, generando también consecuencias para el futuro. Lo que se observa actualmente es fruto de toda esa inconsciencia colectiva de los mecanismos que nos dirigen la vida.

Hay que pensar en lo que estamos haciendo. Ya no somos más seres tan ingenuos que desconocen las Leyes Morales. Estamos todos en un camino evolutivo, donde los derechos son iguales. Tales derechos, completos, deben ser respetados por la igualdad y por la justicia.

Y es justamente por la falta de respeto de tales princípios de igualdad y justicia que se observan los efectos en la vida material y en la vida espiritual, con los testimonios que los propios espíritus traen del estado en que se encuentran, en virtud del patrón moral que adoptaron en la relación unos com otros o consigo mismos.

El propio El Cielo y el Infierno trae testimonios, en su segunda parte, de diferentes espíritus que describen la situación en que se encontraron después de la muerte. Pero la cuestión no es sólo para tras de la muerte. Hay que considerar la propia existencia física, actual o futura (s), donde los mismos reflejos se hacen sentir.

Dios nunca abandona a sus hijos – Será de mucha utilidad que podamos estudiar y debatir los ítems del Código Penal de la Vida Futura, constante em el libro en referencia, para esparcir tales aclaraciones. Aún los testimonios constantes de la misma obra son de gran utilidad para estudios y reflexiones.

Son princípios desconocidos de la mayoría de los espíritus encarnados en el planeta, aunque la conciencia, donde está escritura la Ley de Dios(1), los avise de sus equívocos. Sofocados por las imperfecciones morales del orgullo, del egoísmo, de la vanidad, aún nos permitimos sofocar la propia conciencia y actuamos en detrimento unos de los otros. De ahí las consecuencias inevitables y los sufrimientos...En todo, sin embargo, es preciso siempre considerar la misericordia de Dios, que nunca abandona a sus hijos y les abre sin cesar nuevas oportunidades de progreso. El tema es extenso, pues podremos adentrar los dominios del arrependimento, expiación y reparación, más deseamos incluso es sugerir al lector la lectura atenta del Código constante en El Cielo y el Infierno. Los ítems enumerados, todos ellos, abren perspectivas inmensas de comprensión y aclaración, lo que sería imposible en un artículo de pocas líneas. Mejor aún es buscar en la fuente original la lucidez y claridad de la propia Doctrina.

Para concluir, nos gustaría ofrecer a reflexión del lector la frase de Joanna de Ângelis, en la psicografia de Divaldo Pereira Franco, constante del capítulo 38 – La gloria del trabajo –, del libro Candelabro Espírita (2): En el lugar en que te encuentras, siempre podrás sembrar la luz de la esperanza y del amor. He ahí una programación de acción para modificar los panoramas de la vida humana. Basta nos situemos en el esfuerzo del bien, para generar efectos saludables de felicidad y salud. ¡Si usáramos esta guia en las actitudes de cada día, listo! Estaremos sintonizados con el bien, generando efectos de amor y alegría. Simple consecuencia de la ley de acción y reacción.
 

Notas:
 

(*) Utilizamo-nos da 32ª edição da FEB, de 09/84, com tradução de Manuel Quintão.
(1) Questão 621 de O Livro dos Espíritos, edição FEB.
(2) 3ª edição da Federação Espírita Brasileira, maio de 1978.

 

Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita