Especial
por Claudia Gelernter  

Año 11 – Nº 519 – 4 de Junio de 2017

Educación para el autoamor

La mentalidad patriarcal que atraviesa nuestra civilización tuvo inicio hace mucho tiempo. Cerca de 10.000 años atrás (entre 10.000 y 16.000 años, aproximadamente), nuestros antepasados pasaron por grandes dificultades: la escasez de recursos hacía que migraran para lugares distantes. La vida era caracterizada por el desplazamiento constante de una región a otra (nomadismo) em la búsqueda de lugares donde hubiera alimentos y un ambiente más propicio a la supervivencia. 

Por este motivo, necesitaron hacerse más agresivos, depredadores, bárbaros, violentos. En lugares inhóspitos, luchaban contra otras tribus, animales, sequías, y todo tipo de intempéries.

Tiene inicio la era de lo masculino sobre lo feminino. Fue preciso calar la voz del acogimiento, del amor, para dar lugar a la fuerza, al domínio, en pro de la vida física.

En las religiones antiguas, se formaron “consejos" masculinos que firmaron la sacralidad a través de los rituales de sacrificio, o sea, de la violencia. La ofrenda de vidas humanas y de animales son encontrados en los registros de todas las religiones antiguas, que enseñaban que matar era un acto conectado a lo sagrado.

Los niños deberían ser muertos para apaciguar la furia de las divinidades. El carnero para expiar los pecados de los hombres, las gallinas para purificar a las mujeres en su periodo menstrual… y así por delante.

Ese paradigma acabó por formar lo que llamamos como imperialismo de lo masculino, con sus reverberaciones culturales, que desembocaron en la era de la razón, sometiendo impulsos femeninos al segundo plano.

En ese contexto, aunque con los importantes avances de las áreas relacionadas al intelecto, percibimos una laguna, un vacío de sentido, con reales peligros a la humanidad.

Finalmente, esa mentalidad hegemónica, conquistadora, insensible, ya no nos cabe - no tiene más razón de existir. Más que eso: si no fuera equilibrada con la presencia del amor, podrá destruirnos.

De nuestros tres cerebros priorizamos sólo uno – El psiquiatra y estudioso de la psiquis Claudio Naranjo – uno de los indicados al premio Nobel de la Paz en 2015 – afirma que una de las causas para este punto muerto civilizatorio está en el hecho de hasta hoy priorizamos uno de nuestros “tres cerebros” en detrimento de los otros dos también muy importantes: El cerebro normativo, intelectual, masculino - aquel que nos hace Homo sapiens, ha dominado nuestra forma de ser y existir. Sin embargo, el cerebro materno (que está en todos los mamíferos y tiene que ver con las relaciones, con la empatia, con la sensibilidad) y el cerebro animal, o reptiliano (instintivo, que tiene relación con nuestro lado más infantil, con nuestro niño interno), también son esenciales, una vez que traen el poder del amor, de la creatividad, de la entrega y de la livieza al mundo, generando un equilibrio necesario. En esta tríada mental tenemos al Padre, la Madre y el Niño como las tres partes de un mismo Ser. Y cuando renegamos una o dos de estas partes en las prácticas civilizadoras, el desequilibrio queda evidente.

Es verdad que hemos buscado traer el tema amor para el primer plano, discutiendo, pensando sobre él, aunque el énfasis en los discursos aún nos parezcan ser más en pro de la creación de las reglas de convivencia pautadas en la disciplina, que en la comprensión genuína - aquella que contempla todos los aspectos de un asunto, con un mirar más profundo sobre la naturaleza del propio ser humano, con las influencias socio-históricas, culturales etc.

Creamos presídios para separar y castigar a los que cometen crímenes, pero no cambiamos la obsoleta pedagogia, que enseña la competición entre los miembros de la misma espécie.

Hablamos sobre ética (con los otros) pero no dialogamos sobre la cuestión del autoamor...

Y es exatamente em este punto que patinamos em el entendimento de aquello que surge como la causa primera de todos los males de la actualidad.

Si me preguntaran por donde deberíamos comenzar este diálogo fecundo y necesario sobre el amor, mi respuesta sería: “Iniciemos por la lección básica destacada por Cristo, que nos dijo: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo’…”

No fue a tontas que Jesús coloco esta ley como el resumen de toda la sabiduría universal. Sólo cuando nos amamos a nosotros mismos, podemos, en fin, amar a otras personas.

Lo “como a ti mismo” implica primero nos amemos para que después el amor pueda fluir naturalmente, de forma espontánea, suave, en dirección al mundo.

Muchos confunden amor-propio con narcisismo – La cuestión es que deseamos amar a los otros, pero no tenemos conciencia real sobre en que medida nos falta este amor por nosotros mismos.

De hecho, debemos destacar que la palabra “amor-propio” ha sido comprendida y vivida de forma equivocada. Fue el mismo Claudio Naranjo quién comentó que muchas personas confunden amor-propio con egoísmo, con orgullo, narcisismo, centrismo, cuando en verdad amor-próprio sugere un regazo acogedor, como el de la madre que ama incondicionalmente, sin violencia ni sabotajes.

El orgullo y el egoísmo jamás serán actos de amor-próprio, pero sí de ignorancia, pues acaban por comprometer, por complicar a la persona y al medio donde ella está inserta.

Siendo así, y retomando la génesis de la gran crisis existencial que vivimos, de todo el sufrimiento, destaco que el hecho de ignorar nuestra verdadera esencia hace mucho más complicadas la vivencia del amor, y más: imposibilita el abandono de prácticas autodestrutivas, que nos ha hecho coger frutos amargos, hace tantos milênios.

Para la filosofía de los Vedas, nacida hace más de 4.000 años, en el antiguo valle del Indo (hoy India) todo sufrimiento es consecuencia de la falta de un reconocimiento de que somos fruto de lo sagrado y, por lo tanto, lo propio sagrado. Pero no sólo para ellos existe esta línea de pensamiento: también en Grecia antigua un sabio escribió, em el pátio del Templo de Apolo, en la ciudad de Delfos, la siguiente frase:

Te advierto, quien quiera que seas,

¡Oh! Tú que deseas sondar los Arcanos de la Naturaleza,

Sino encuentras dentro de ti aquello que buscas,

Tampoco lo podrás encontrar fuera.

Si ignoras las excelências de tu propia casa,

¿como podrás encontrar otras excelencias?

En ti se encuentra oculto el Tesoro de los Tesoros.

¡oh! Hombre, conócete a ti mismo

Y conocerás el Universo y los Dioses”.

¿Necesitamos de los errores para llegar a los acertos? – El importante aforismo “Conócete a ti mismo” también estaba inscrito en el antiguo templo de Luxor, en Egipto, en el portón de entrada.

Algunos siglos después, un conocido salmo nos hizo entender que “somos dioses” y, más tarde, aprendemos con el Cristianismo que el Reino habita en nosotros, o sea, que el Amor del Padre ya está en nuestras almas; poco manifiesto, es verdad, pero listo para ser despertado.

El Evangelio, en verdad, es un manual para desvelar nuestro aspecto divino, pues habla sobre la excelencia de nuestra casa espiritual, del tesoro mayor que cargamos, una vez que estamos totalmente fundidos y repletos de lo sagrado.

Este es, por lo tanto, el punto principal a ser destacado: ya somos amor, paz y felicidad, bajo el punto de vista de Jesús y de muchos otros sabios de la antigüedad. La cuestión estaría en tomar conciencia de esto. Pero, si en la esencia más profunda somos lo divino, ¿por qué aún obramos dentro de um patrón profano? ¿Por qué evitamos lo sagrado y nos apegamos a lo efímero, al orgullo, al egoísmo?

El problema es que cuando nos identificamos com el aspecto material de la existencia, sufrimos, pues estamos transitando lejos de nuestra real naturaleza, que es espiritual, amorosa, pacífica.

Por ignorar nuestra real condición de hijos de Dios, y por creer erróneamente que la vida debe sostenerse en tres falsos pilares: el materialismo, el individualismo y el consumismo, seguimos por la vida, distantes de nosotros mismos.

Sí, es cierto que aún necesitamos de los errores para llegar a los aciertos. Estamos experimentando hasta comprender el mejor camino. ¡Bajo este punto de vista, todo está como debe ser, sin embargo nos cabe este despertar! Con baja autoestima seguimos por el planeta haciendo muchos estragos, a nosotros al mundo, para más allá de lo necesario y de lo soportable.

¿Cómo, entonces, nos educamos para este amor por nosotros mismos?

Según la Psicología, sólo cuando aceptamos lo negativo que aún existe en nuestro psiquismo, podemos realmente desapegarnos de aquello que nos hace mal, abandonando pensamientos y acciones disfuncionales.

Autoperdón es otro punto crucial en la vida – Necesitamos integrar todos los aspectos de nuestro psiquismo. Debemos reconocer, acoger y aceptar nuestras imperfecciones para entonces poder deshacernos de ellas. Y eso se da por una lógica simple: aquello que odiamos nos amarra; lo que amamos, nos libera.

Sólo podemos cambiar lo que nos hace mal se nos amamos así como somos, con todo de bueno y de malo que aún cargamos en el mundo mental. Esa es la premisa básica para el autoamor. Sin embargo, existen más cuestiones que deben ser incluidas en este proceso.

El sentimiento de culpa, o sea, la toma de conciencia sobre un error cometido, puede y debe existir, pero jamás el remordimiento, que configura un resentimiento eternizado en búsqueda de un ilusório pago de cuentas. Después del doloroso enfrentamiento con la realidad del error, debemos partir para la reparación, alterando los rumbos del pensamiento, entendiendo que es a través de los errores que podremos reconocer los mejores caminos y que eso forma parte de la evolución. Necesitamos hacer las paces con los errores… ¡Autoperdón es, por lo tanto, otro punto crucial!

Además, hasta el buen humor para consigo mismo es altamente necesario en este proceso. Reírse de los pequenos fallos trae armonía al mundo mental.

Claro que en los grandes fallos no conseguiremos reír, pero podemos mantener la serenidad necesaria, capaz de asegurarnos pasos más firmes rumbo al acierto. ¡Nada de desesperaciones, ni autoflagelaciones! Tal postura sólo hace acumular ansiedades insensatas, patológicas.

Autoconocimiento, autoaceptación, autoperdón y desapego continuo de los pensamientos y acciones disfuncionales son los preciosos movimentos rumbo a um mundo mejor.

En el libro "Filosofía de Bien Vivir" de Márcia de Luca y Lúcia Barros, leemos que "El condicionamiento social nos hace rechazar nuestra sombra al punto de no reconocerla más. Finalmente, todos queremos ser perfectos, aunque eso simplemente no exista, ya que la dualidad es parte intrínseca de la naturaleza y de la vida. En verdad, para hacernos personas mejores, necesitamos hacer lo opuesto de rechazar la sombra. Tenemos cuatro pasos a continuación, y el ideal es enseñar esos pasos desde pronto para los niños. Son ellos:

1. Entender que todos tenemos características buenas y malas;

2. Aceptar la propia sombra;

3. Perdonarse por ella;

4. Transformar al enemigo en aliado, aprender y transcender. ”

Es fundamental educar y educarnos para el autoamor – La construcción del autoamor es, por tanto, el gran passo para cambiar el mundo para mejor.

Jamás aprenderemos a amar a Dios, tampoco a las criaturas, sin antes identificarnos com lo divino, com nuestra real esencia, amándonos así como somos.

Daremos vueltas sin fin, con incontables autosabotajes, mientras ignoremos cuánto hemos actuado como enemigos de nosotros mismos, aunque ya seamos, en esencia, poderosos dínamos de amor.

Tenderemos a proyectar nuestras sombras, atacando a todo y a todos, pues no soportaremos nuestras propias imperfecciones. Nos negamos a reconocer lo que debe cambiar, las visiones distorsionadas que tenemos con relación a nosotros y al mundo. ¡Además de eso, si no nos gustamos nosotros mismos, construiremos problemas, constantemente, claro! Al final, si no nos creemos merecedores de felicidad, las pequenas y grandes elecciones serán rumbo a la infelicidade...

A los padres, queda el alerta para que enseñen a sus hijos de entrada a amarse así como son. Y eso se hace informando que los errores forman parte, que ellos son sí imperfectos, porque son aprendizes, así como todos los otros humanos y que esta condición jamás los hace indignos del amor, al contrario, ellos necesitan del amor para comprender su verdadera naturaleza y desarrollarse plenamente.

Debemos orientarlos siempre, usando el amor como método, jamás como castigo.

Como ya decía Gandhi, necesitamos tener cuidado, pues de tanto “ojo por ojo” acabaremos todos ciegos...

Educar a nuestros hijos para el autoamor es medida preventiva.

Educarnos em el hoy para el autoamor es cura de nuestros males.

Y, antes de todo, retomar nuestra herencia fundamental: La de hijos legítimos de Dios, para entonces coger los frutos de la paz, com sus simientes de luz y plenitude.

 

Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita