Especial
por Guaraci de Lima Silveira

Año 11 – Nº 517 – 21 de Mayo de 2017

En la gloria del Señor

He ahí que etapas a etapas estamos venciendo grandes desafíos. Partimos de la divinidad y a ella volveremos. El camino es largo, a veces pedregoso, a veces florido. A veces hay en que lágrimas brotan de nuestras mejillas, otras hay en que brota el aroma sutil que guía. Habremos así de hacernos héroes de una batalla en que el vencedor será el amor en nosotros y por nosotros. Lo difícil es creer en esta hipótesis y, por eso, nos armamos con las herramientas disponibles y capaces de destrozar y destruir, siendo la peor de ellas la lengua felina que se estira de nosotros y alcanza lo que se encuentra más distante, incomodándolo, retirando de él su confort personal, psicológico y familiar. Es propio aún del hombre en sus estádios primeros cuando sólo observa las primícias del Reino de Dios en sí.

Es necesario avanzar, sorprenderse, intercambiar conexiones neuronales, utilizándose de la neuroplasticidad para fomentar el progreso espiritual. El tiempo actual está lleno de informaciones sabias y contundentes acerca de la vida y su dinámica. El tiempo del “yo no creo” ya pasó. El desacreditar presupone propuesta nueva, diferente e innovadora y no la simple negación sin sentido o atributos que la sostengan. He ahí entonces que surge la neuroplasticidad también conocida como plasticidad neuronal, refiriéndose a la capacidad del sistema nervioso de cambiar, adaptarse y moldearse a nivel estructural y funcional a lo largo del desarrollo neuronal y cuando es sujeto a nuevas experiencias.

Antes la información era la de que no cambiábamos. Lo que fuera establecido y archivado en el cerebro se repetiría toda la vida. Así, el palo que naciera torcido moriría torcido, según la expresión popular. Nada sería capaz de enderezar aquella madera moldeada erróneamente por la naturaleza. Y el individuo torcido tendría que ser aceptado o eliminado, dependiendo del tiempo y de la civilización a la cual perteneciera. Reglas, leyes, dogmas, costumbres, usos, cultura.... Si él no se adaptaba era considerado la oveja negra, el patito feo, la mula sin cabeza que más servía para asustar que contribuir. Y los así considerados ningún esfuerzo hacían para modificaciones, una vez que ya estaban rotulados y traían en sí, colgado en su ser, el guizo de su marca.

Según André Luiz, el cerebro es el nido de la mente

Según la ciencia, la neuroplasticidad es un proceso coordinado, dinámico y continuo que promueve la remodelación de los mapas neurosinápticos a pequeña, media y larga duración, para perfeccionar y/o adaptar la función de los circuitos neuronales. Se sabe que los circuitos neuronales son formados a partir de nuestras elecciones y vivencias, necesidades y realizaciones. Siendo así, todos nos modelamos según nuestras perspectivas y archivos del inconsciente. Hay, con todo, actualmente la propuesta de la remodelación. Nos dice la neurociencia que “... esta remodelación compromete el estado básico de la actividad neuronal y promueve una ruptura en el balance de la actividad normal del cerebro”. Ocurre al nivel de la liberación de neurotransmisores que actúan en los cambios de las formaciones de las redes neuronales. A guisa de información colocamos aquí que el neurotransmisor, o agente químico elaborado por una célula pre-sináptica, atraviesa la sinapse, asegurando la transmisión de los influjos nerviosos, llevando comunicaciones para que el cerebro funcione de la forma como desea el Espíritu.

Continúa la ciencia informándonos que esta plasticidad ocurre en variados niveles e incluye numerosos eventos, desde la apertura de ciertos canales iónicos que promueven despolarización de las membranas de las neuronas, formación de potenciales de acción y la remodelación de las estructuras sinápticas (nivel celular/molecular) hasta la reorganización de los circuitos neuronales y mapas sinápticos a ellos asociados (nivel de circuitos), creando conexiones neu-ronales más duraderas. Es toda una maquinaria al servicio de la mente, pues, según André Luiz, el cerebro es el nido de la mente. Siendo así la mente que, según Emmanuel es “el espejo de la vida” estaría subdividida, según aún el autor, a un taller y sus diversas secciones de servicios, en que la voluntad es la gerente esclarecida y vigilante, gobernando los sectores de la acción mental. De esta forma, cuando la voluntad está aureolada por la razón después de laboriosa y multimilenario viaje del ser por las provincias obscuras del instinto, puede operar maravillas en los campos de la acción, reacción, construcción y remodelación.

Por la voluntad el Espíritu cambia el rumbo de su vida

“El cerebro es la dínamo que produce energía mental, según la capacidad de reflexión que le es propia; sin embargo, en la voluntad tenemos el control que la dirige en ese o en aquel rumbo, estableciendo causas que comandan los problemas del destino” – informa Emmanuel en el capítulo 2 del libro Pensamiento y Vida. La voluntad es, según él, “el impacto determinante”. Así, por la voluntad el Espíritu cambia el rumbo de su vida y en ese requisito él es soberano. Jesús nos dijo: “Sea el vuestro hablar sí, cuando sea sí, y no cuando sea no” En este momento Él atestó nuestra soberanía en las elecciones, pero nos orientó en lo tocante a las mismas elecciones direccionándolas para dos eventos: o la elección correcta o la elección errada. Y es lo que hacemos continuamente: escogemos lo correcto o lo errado y respondemos por eso. Escoger está directamente conectado a nuestras convicciones, que se manifiestan en el cerebro a través de los circuitos neuronales. Ahora, el Espíritu sabedor de sí, buscador de sus avances, aplica en sí lecciones y experiencias renovadas buscando su perfeccionamiento constante.

Así, constantemente él necesita modificar sus conexiones neuronales buscando vislumbrar nuevas premisas y/u horizontes. Entonces hay un mecanismo que promueve esos cambios. La ciencia nos indica que es en el cambio de la fuerza de transmisión sináptica, modelada por el ritmo la que los neurotransmisores son liberados y capturados, que reside la base para el fenómeno de plasticidad. Esta dicta los cambios molecularmente complejos estructurales y funcionales al nivel sináptico que se refleja en la dinámica de las redes neuronales. La neuroplasticidad está, por lo tanto, íntimamente relacionada con la reestructuración cerebral promovida por cambios coordinados, por el mando del Espíritu, en las estructuras sinápticas y proteínas asociadas que llevan al remapeamiento de los circuitos neuronales y, así pues, al procesamiento de información y formación de memo-rias.

Podemos cambiar en el tiempo y en la hora que deseáramos

Al principio estos términos parecen de difícil asimilación; nosotros los preservamos en el objetivo de promover el pensamiento de seriedad que viene siendo estudiado por los neurocientíficos. Se sabe hoy que podemos realizar cerca de sesenta trillones de sinapses en nuestros cerebros. Esto nos capacita a vivir en el mundo de relación, enriquecidos y pertinentes de informaciones que nos conduzcan a aprendizajes renovables, posibles por la plasticidad de esas sinapses. O sea, nada es rígido. Podemos cambiar el tiempo y en la hora que deseáramos. El famoso dicho “soy así, voy a vivir así y morir así” sólo vale para aquellos que sinceramente lo desean.

Emmanuel nos recuerda en el libro Pensamiento y Vida, capítulo 4, que “dos alas conducirán el espíritu humano a la presencia de Dios. Una se llama amor; la otra, sabiduría. Por el amor, que, por encima de todo, es servicio a los semejantes, la criatura se ilumina y transforma por dentro, emitiendo, en favor de los otros, el reflejo de sus propias virtudes; y por la sabiduría, que comienza en la adquisición del conocimiento, recoge la influencia de los vanguardistas del progreso, que le comunican los reflejos de la propia grandeza, impuláandolas para lo Alto”. Se ve ahí la importancia de estar siempre atentos y listos a los cambios. Imaginemos que lo Alto está lleno de datos aún no captados por el Espíritu humano y que sólo lo hará si estuviera listo para modificarse permanentemente.

La neuroplasticidad y la neuromodelación tienen un papel importante en la alteración del estado de excitabilidad del cerebro y en la regulación de estados comportamentales. Continuemos extrayendo de la ciencia sus preciosas informaciones: “La capacidad del cerebro sufrir alteraciones sinápticas hace que los circuitos neuronales sean capaces de transformarse y es esta característica única que está en la base del aprendizaje y de la memoria. Este es um proceso constante y continuo, a que está impreterriblemente conectado a una adaptación al ambiente circundante y a las nuevas experiencias que van surgindo”.

Nuestros cuerpos físicos pueden sufrir alteraciones no heredadas

Aquí podemos pensar en los estudios del Evangelio y de la Doctrina Espírita. A medida que nos vamos apropiando de los contenidos teóricos, vamos modificando comportamientos y estos alteran nuestras sinapses y construcciones neuronales. Dentro de un determinado tiempo el Espíritu, atento y vivificante en los cambios, automatiza sus contenidos y pasa a ser cristiano sin rotulación poderoso de la verdad cristiana, porque es apropiada en sí. Cambia de categoría conforme nos indicó Allan Kardec em El Libro de los Espíritus, cuestión 110.

Ahora veamos que en la base del proceso de aprendizaje y almacenamiento de memoria está el proceso hebbiano de neuroplasticidad que implica más per-sistencia por parte del agente modificador, el Espíritu. De ahí percibimos que la fe y la perseverança deben estar juntas para que nos transformemos seriamente y nos modifiquemos interiormente. Nos dijo Jesús que debemos hacer brillar nuestra luz. Emmanuel nos habla que “la lección de Jesús debe ser aplicada en todas las condiciones, todos los días”. Corroborando así con la ciencia que pide persistencias para que las redes neuronales se modifiquen y estableced cómo un nuevo patrón de comportamiento. Entonces el acto de evangelizarse pasa por principios teológicos, filosóficos y científicos. Teológico por una necesidad que la criatura siente, en determinado momento de su evolución, de conectarse definitivamente al Creador; de ahí el esfuerzo de cambio. Filosófico porque necesita adquirir conocimientos para operar tal cambio en sí; y científico como un elemento empírico necesario a la consolidación de la experiencia.

Junto con la neurociencia y la neuroplasticidad contamos aún con las informaciones de la epigenética. El término “epigenética” tiene origen en el griego, en que “epig.” significa “arriba, cerca, a continuación”, y estudia los câmbios en las funciones de los genes, sin alterar las secuencias de bases de la molécula de ADN. En otras palabras significa decir que nuestros cuerpos físicos pueden sufrir alteraciones no heredadas de nuestros ancestrales.

Vivir en gloria con el Señor es ser uno en dos

De esa forma, el Espíritu modifica su estructura tanto cerebral en cuanto el organismo como un todo, en consonancia con sus opciones, comportamientos y decisiones. La epigenética es un estudio nuevo y corrobora con lo que Emmanuel ya había dicho en 1958 cuando el lanzamiento del libro Pensamiento y Vida. Está en el capítulo 5: “El cuerpo humano, debidamente estudiado, se reveló, no más como materia cohesiva, sino una especie de vehículo energético, estructurado en partículas infinitesimales que se atraen y se repelen, recíprocamente, con el efecto de microscópicas explosiones de luz. En la intimidad de ese glorioso imperio de la energía tenemos los rayos mentales condicionando los elementos en que la vida se expresa”.

Explosiones de luz, rayos mentales, condicionamiento de elementos, todo eso siendo vivido y alterado por opciones del gerente que es el Espíritu. Cambiamos nuestros cerebros y organismos en consonancia con lo que deseamos. Es siempre bueno que nos acordemos de las palabras de Jesús cuando nos dijo que Dios es justo y da cada uno en consonancia con sus obras. Deseando un cerebro confuso, basta permitirme confuso. Deseando un cuerpo enfermo o deficitario, basta comportarme como enfermo y deficitario. “Estemos, así, buscando incesantemente el bien, ayudando, aprendiendo, sirviendo, disculpando y amando, porque, en esa actitud, reflejaremos a los cultivadores de la luz, resolviendo, con seguridad, nuestros problemas de compañía” – nos dice Emmanuel en el capítulo 8 del libro Pensamiento y Vida.

De hecho, nuestras compañías reflejan en nosotros lo que son y, por nuestra parte, reflejamos en ellas lo que somos, en una permuta permanente de enriquecimientos del mal o del bien. Deseando sinceramente vivir en la gloria del Señor, necesito buscar su presencia, su compañía. Esto puedo hacer, puedo cambiar, capacitarme y ser otro a partir de mí mismo, una vez que vivir en gloria con el Señor es ser uno en dos, como nos dijo Jesús: “Yo y el Padre somos uno”. (Juan 10:30) 
 

Translation:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com



 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita